Como comenzó todo

Este proyecto comenzó a partir de una idea de algunos alumnos de el Colegio San Javier del departamento de Tacuarembó, que es un departamento situado en el interior de Uruguay, a 400km de la capital Montevideo, un lugar con un cielo muy claro debido a la poca contaminación lumínica gracias a el pequeño tamaño de la zona urbana del departamento comparado con otros lugares desde los cuales los aficionados hacen sus observaciones.

En un principio nos encontramos con un observatorio que estaba en un serio estado de abandono y había dejado de estar habilitado hace aproximadamente 25 años, luego de una revisión por las instalaciones del colegio logramos encontrar su espejo primario, el cual estaba guardado en su estuche desde que se lo desarmo. Luego ya contando con el espejo procedimos a investigar con personas que tuvieron contacto con el observatorio mientras estaba en funcionamiento bajo el cuidado del padre Giribaldi (su creador), y a partir de la información recolectada estudiamos aproximadamente como era su diseño y sus características.

El espejo primario tal como fue encontrado

Tiempo después, gracias a un golpe de suerte nos enteramos que estaban los colegas de Kappacrucis por nuestra ciudad con su planetario móvil, y asistimos a contarles sobre nuestra historia y evacuar algunas dudas, ellos respondieron muy bien a nuestras inquietudes y ofrecieron llevar nuestro espejo a ser realuminizado a la capital cuando volvieran de su recorrido con el planetario. De modo que así ya dimos el primer gran paso que fue lograr aluminizar el espejo primario. Mientras el espejo estaba siendo tratado en Montevideo procedimos a hacer una limpieza general de el observatorio, y así encontramos sus oculares que habían estado perdidos, adentro de la escalera del padre, por 25 años. Tiempo después desarmamos completamente la montura y cambiamos los viejos rulemanes, y pintamos todo dándole una nueva capa de fondo de pintura. Con la montura esperando para ser armada, fuimos a la herrería del colegio y empezamos con la contracción de la araña para el secundario, la probamos, y la adaptamos al tubo.

Después nos dimos una vuelta por la carpintería, pedimos unas tablas que estaban a mano y construimos la celda para el espejo primario. Armamos la montura, colocamos la base, acoplamos el tubo, alineamos, balanceamos contrapesos, y probamos el movimiento de la montura, que fue óptimo. Luego adaptamos el espejo primario a su celda y lo colocamos en el tubo; después de esto tuvimos una serie de observaciones para hacer diferentes pruebas y sacar fotografías, de las cuales, investigando y aconsejados por gente de conocimiento en el tema, pensamos instalarle un sistema de seguimiento y autoguiado, para que el telescopio se apunte por si mismo y se puedan hacer exposiciones tanto a grupos de estudiantes como particulares que les interese realizar observaciones sin tener que estar apuntando cada vez que una persona desee ver. Es solo un comienzo, de algo que esperamos, resulte un gran observatorio que pueda contribuir tanto a la comunidad científica como a la educación como lo supo hacer hace 25 años guiado por “Girito”